La mansión de Ecclestone se encontraba en la penumbra de la noche. Los únicos ruidos que se oían eran el chisporroteo de las llamas de la chimenea y los ronquidos del viejo Bernie. La copa de coñac de encontraba en el suelo. El reloj marcaba ya medianoche cuando una fuerte sacudida hizo que Ecclestone se levantara de un salto. ¿De dónde venía ese ruido? ¿Quién lo había provocado? No lo sabía pero tampoco le interesaba saberlo.
Una segunda sacudida, ésta vez más fuerte, hizo que el miedo se apoderara de Bernie. Se daba cuenta que algo ocurría. Las ventanas de la casa se abrieron con fuerza y el viento helado hizo apagar el fuego de la chimenea. De repente, un pequeño tornado de polvo empezó a formarse delante del viejo Ecclestone que se encontraba inmóvil delante sin saber qué hacer. De entre el polvo se empezaba a formar un cuerpo… se veía un brazo… un ojo… un casco… poco a poco iba cogiendo forma… se veían los colores… cuerpo azul y blanco… casco amarillo con una barra verde y otra azul. Los ojos se abrieron y se podía ver en su interior el espíritu de la victoria, de la superación… Bernie Ecclestone se encontraba cara a cara con una leyenda… con Ayrton Senna.
– Tú… tú… – titubeaba Bernie. – Yo te recuerdo… hace 15 años que te fuiste…
– ¡Silencio! – la voz retumbó por todo el salón – Veo que te acuerdas de mi… Soy el fantasma de la Fórmula 1 pasada.
Bernie no se lo podía creer, se encontraba cara a cara con la leyenda de la Fórmula 1, Ayrton Senna. Tras unos segundos interminables Bernie se dispuso a hablar.
– Han pasado muchos años desde que te vi correr por última vez, no se me olvida aquel día y siempre hubo algo que te quise decir desde hacía ya muchos años… ¿me das un autógrafo?
Ayrton se quedó de hielo ante esa situación, sinceramente, el que tendría que haberse asombrado de la situación era Bernie y no él. Tras un incómodo momento, Senna volvió a hablar:
– He venido para guiarte en el camino hacia una Fórmula 1 entretenida para todos. Mis amigos y yo te mostraremos etapas de este deporte que has ido destruyendo poco a poco. Mi misión será mostrarte cómo era este deporte hace unos años y hacerte ver las decisiones locas no hacían un mejor espectáculo, sino los mejores pilotos.
Ayrton levantó su mirada al cielo y una gran ventisca de polvo inundó toda la mansión. Bernie se tapó la cara por tal de proteger sus ojos. Cuando el polvo desapareció, Bernie se daba cuenta que no se encontraba en su mansión, ni en su ciudad, ni siquiera en su país…
– ¿Dónde estamos Ayrton? – preguntó Bernie.
– Estamos en el pasado. Concretamente en 1979 en Francia. ¿Recuerdas esta carrera Bernie?
– La verdad Ayrton han pasado muchos años desde entonces… para mi todas las carreras son iguales: semáforo en verde, todos corren y yo gano mis beneficios.
– Está claro – dijo Bernie con una sonrisa de oreja a oreja – buscan duelos, pero en la Fórmula 1 actual los tenemos.
– ¿Estás seguro? ¿Esos duelos en los que ningún piloto se llega a adelantar porque el aire que saca el difusor crea turbulencias en el otro piloto y evita que pueda coger bien el rebufo y adelantarle? No estoy muy seguro… vamos a viajar un poco más.
Una nube de polvo inundó el lugar y cuando Bernie pudo abrir de nuevo sus ojos se encontraba en un lugar que conocía muy bien… Mónaco.
– Vamos Ayrton no te eches flores… en esta carrera tuviste suerte nada más… casi toda la parrilla acabó fuera, como en
Mónaco 96 donde solo acabaron 4 pilotos…
– Para nada, ¿no te fijaste como un piloto que recién empezaba estaba comiéndose el mundo? Llovía a mares y yo no paraba de adelantar a los pilotos, la gente pide carreras así, carreras con emoción. Ahora caen 4 gotas y los pilotos no se atreven a salir, fíjate antes cómo eramos. Volvamos a viajar.
La nube de polvo volvió a cubrir a Bernie y poco a poco Ayrton le fue mostrando otras carreras… viajaron por el
GP de Mónaco de 1992 con el duelo entre Ayrton y Mansell, estuvieron en el
GP de Europa de 1993 cuando Senna dobló a casi todos los pilotos, viajaron por el
GP de Hungría de 1986 pero misteriosamente lo dejaron correr muy rápido, y finalmente el duelo del
GP de Silverstone de 1993 entre Schumacher, Prost y Senna. Ayrton le enseñó que los duelos de antes te dejaban sin aliento, que los pilotos en cualquier momento se podían adelantar.
– ¿Qué has aprendido Bernie? – le preguntó Senna.
– Con estos duelos he visto que antes los pilotos se atrevían a adelantarse, voy a poner electrodos en 2011 para hacer que los pilotos se atrevan a adelantar si no se quieren electrocutar.
– No Bernie, no. Lo que debes hacer es promocionar más los adelantamientos. Gran culpa de ellos los tiene la aerodinámica de los actuales coches. Crean tales turbulencias que los otros pilotos no pueden controlar el coche, deberías hacer una normativa que procure hacer que haya menos turbulencias y más velocidad punta entre ellos, que se note el rebufo, y otra cosa… los circuitos, el poner rectas largas y luego frenadas fuertes no significa que se adelante, pon más variedad, o mejor dicho… vuelve a poner circuitos de antaño: A1 Ring, Imola, Donington son circuitos legendarios, no los destruyas de esa forma.
Una última nube de polvo cubrió a Bernie y cuando desapareció se encontraba de nuevo en su mansión, cubierta de polvo, Bernie inspiró profundamente y gritó:
– ¡¡¡Esto no lo pienso limpiar yo!!!
Acto seguido Bernie se fue directo a su dormitorio y se puso a dormir.
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